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книге:  Петля и камень на зелёной траве

Потрясающая книга. Не понравится только нацистам.

Антихрист666 (18.04.2017 - 21:05:58)
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Классное чтиво!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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ПОЛЕЗНАЯ КНИГА. Жаль, что мало в России тех, кто прочитал...

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Обои для рабочего стола

СЛУЧАЙНОЕ ПРОИЗВЕДЕНИЕ

Боже! Как больно и как одиноко!
Сердце блуждает и ищет тепла.
Рвётся из плена и плачет так громко,
Что разрывается снова душа.

Снова печаль и горючие слёзы,
Снова тоска обнимает меня,
Снова я вижу разбитые грёзы,
Снова лишь мгла и не светит заря.... >>

11.08.10 - 07:33
Сара

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Cetaganda (на испанском)   ::   Bujold Lois Mcmaster

Страница: 5 из 88
 


— Si йse era el inspector de aduanas, estamos en un buen lнo — dijo Ivбn.

— Me pareciу que iba a dispararnos — dijo Miles.

— Pero gritaste antes de ver el arma.

— No fue por el arma. Fueron los ojos. Tenнa la mirada de quien estб a punto de hacer algo que lo asusta muchнsimo. Y sн que sacу el arma.

— Despuйs de que le saltamos encima, Miles. Quiйn sabe lo que iba a hacer?

Miles girу sobre sus talones y examinу el entorno con mбs atenciуn. No habнa ni un ser humano a la vista, ni un cetagandano, ni un barrayarйs, absolutamente nadie.

— Algo anda muy mal aquн. Alguien estб en el lugar equivocado, йl o nosotros. Este compartimiento sucio no puede ser el puerto del vehivaina. Quiero decir, dуnde estб el embajador de Barrayar? Y la guardia de honor?

— Y la alfombra roja y las bailarinas? — suspirу Ivбn-. Pero si ese hombre hubiera querido asesinarte o secuestrar el vehivaina, deberнa haber entrado con el destructor nervioso en la mano.

— No era un inspector de aduanas. Mira los monitores — seсalу Miles. Dos transmisores de vнdeo, colocados estratйgicamente en las paredes cercanas, colgaban del revйs en el aire, arrancados de cuajo-. Los anulу antes de abordar. No entiendo. Los de Seguridad de la estaciуn deberнan haber caнdo como moscas… Y si lo que andaban buscando era el vehнculo, y no a nosotros? Quй te parece?

— Te querнan a ti, Miles. Nadie me perseguirнa a mн…

— Ese hombre parecнa mбs asustado que nosotros. — Miles reprimiу un suspiro y deseу que el corazуn le latiera un poco mбs lento.

— Habla por ti mismo — aclarу Ivбn-. A mн me asustу mucho, te lo aseguro.

— Estбs bien? — preguntу Miles, un poco tarde-. Quiero decir, tienes algъn hueso roto o algo asн?

— Estoy bien… y tъ?

— Yo estoy bien.

Ivбn echу una mirada a Miles, quien tenнa el destructor nervioso en la mano derecha y el cilindro en la izquierda. Arrugу la nariz.

— Cуmo has terminado con todas las armas en la mano?

— No… no sй… realmente… — Miles deslizу el pequeсo destructor nervioso en el bolsillo del pantalуn y sostuvo el cilindro misterioso bajo la luz-. Al principio creн que era una especie de picana, pero no. Es algo electrуnico, pero no reconozco el diseсo.

— Una granada — sugiriу Ivбn-. Una bomba de tiempo. Pueden darle el aspecto que quieran, ya sabes…

— No lo creo.

— Seсores. — El piloto del vehivaina sacу la cabeza a travйs de la compuerta-. El control de vuelo de la estaciуn nos prohнbe que atraquemos aquн. Nos dicen que esperemos fuera. Quieren que salgamos inmediatamente.

— Ya sabнa yo que no podнa ser el lugar correcto — dijo Ivбn.

— Pero son las coordenadas que me dieron, seсor — objetу el piloto, un poco molesto.

— No es culpa suya, sargento, estoy seguro — lo calmу Miles.

— Las уrdenes de control de vuelo han sido tajantes. — La cara del sargento estaba tensa-. Por favor, seсores…

Obedientes, Miles e Ivбn subieron otra vez al vehivaina. Miles volviу a ajustarse los cinturones con un gesto automбtico mientras en su cabeza se desataba un torbellino de suposiciones, tratando de encontrar una explicaciуn para esa extraсa bienvenida en Cetaganda.

— Creo que deliberadamente desalojaron esta secciуn de la estaciуn — decidiу en voz alta-. Te apuesto dуlares betaneses a que la Seguridad cetagandana estб haciendo una bъsqueda cuidadosa de ese sujeto. Un fugitivo, por el amor de Dios. — Ladrуn, asesino, espнa? Las posibilidades eran tentadoras.

— De todos modos, estaba disfrazado — dijo Ivбn.

— Cуmo lo sabes?

Ivбn se sacudiу unos pelos finos y blancos de la manga.

— Esto no es pelo de verdad.

— En serio? — Miles estaba encantado. Examinу el mechуn que le tendнa Ivбn desde el otro lado del pasillo. Un lado estaba pegoteado de adhesivo-. Ajб…

El piloto recibiу las nuevas coordenadas; el vehivaina flotaba ahora en el espacio a unos cien metros de la fila de compartimentos de embarque. No habнa otros vehivainas visibles.

— Informo de este incidente a las autoridades, seсores? — El sargento estirу la mano hacia los controles del comu.

— Espere — dijo Miles.

— Seсor? — El piloto lo mirу por encima del hombro con expresiуn dubitativa-. Creo que deberнamos…

— Espere a que nos pregunten. Despuйs de todo, no es cosa nuestra cubrir los errores de la Seguridad cetagandana, no le parece? Que se preocupen ellos. El asunto no nos concierne.

El piloto esbozу una breve mueca y la suprimiу enseguida, pero habнa sido suficiente: Miles supo que lo habнa convencido.

— Sн, seсor — dijo el hombre, tomбndolo como una orden y por lo tanto, como responsabilidad de lord Miles. No tenнa nada que decir, йl no era mбs que un simple sargento tec -. Lo que usted diga, seсor.

— Miles — musitу Ivбn-, quй estбs haciendo, Dios mнo?

— Observando— dijo Miles, severo-. Quiero ver la eficacia de Seguridad de esta estaciуn cetagandana. Creo que Illyan querrнa que hiciйramos eso, no te parece? Ah, no te preocupes… ya verбs cуmo vienen a interrogarnos y a llevarse todo esto, pero asн al menos conseguirй algo de informaciуn. Tranquilo, Ivбn.

Ivбn se acomodу en el asiento, y su aire de preocupaciуn se fue disipando a medida que transcurrнan los minutos sin otra interrupciуn que el aburrimiento del viaje en el pequeсo vehivaina. Miles examinу sus tesoros. El destructor nervioso era civil, cetagandano, de gran calidad. El hecho de que no fuera militar era raro: los cetagandanos no alentaban la posesiуn de armas personales letales entre la poblaciуn civil. Pero ese aparato no tenнa insignias especiales que lo identificaran como el juguete de algъn ghemlord. Era simple y funcional, con el tamaсo perfecto para llevarlo escondido.

El cilindro corto era todavнa mбs raro. Incrustado en su carcasa transparente habнa una pieza brillante para parecнa simplemente decorativa; Miles estaba seguro de que un examen microscуpico le revelarнa una gran densidad de circuitos. Uno de los extremos del aparato era simple, el otro estaba cubierto con un sello.

— Seguro que esto sirve para insertarlo en alguna parte — le dijo a Ivбn, dando vueltas el cilindro a la luz.

— Tal vez es un consolador — se burlу Ivбn.

Miles soltу un resoplido.

— Con los ghemlores…, quiйn puede estar seguro? Pero no, no lo creo.

El sello de la tapa tenнa la forma de un pбjaro con garras, de aspecto peligroso. En el centro de la figura brillaban lнneas metбlicas, conexiones de circuitos.

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